El incomprendido y fascinante mundo de Wendy Carlos
Un día como hoy, pero de 1939, nacía una de las artistas más importantes en la historia del arte moderno. Wendy Carlos fue pionera de la música electrónica, la popularización del sintetizador Moog y la lucha por la liberación sexual.
Sociedad14/11/2024Franco UrrutiaWendy Carlos, una de las pioneras de la música electrónica, no solo transformó el paisaje sonoro de su tiempo, sino que también encarnó una historia personal de resiliencia y transgresión. En un contexto lleno de tabúes y prejuicios, su obra se erige como una piedra angular para artistas como Kraftwerk, Vangelis y Pink Floyd, que encontraron en ella no solo una fuente de inspiración, sino también la confirmación de que la música electrónica estaba destinada a ser algo más que una novedad experimental: era el futuro.
Carlos nació en 1939 bajo el nombre de Walter Carlos. En sus primeros años, se vio arrastrada por la “disforia de género” (como era conocida la condición transgénero en aquellos años), un periodo de su vida marcado por la soledad y la incomprensión. Sin embargo, su talento no tardó en sobresalir. Desde pequeña, su habilidad musical era prodigiosa: compuso a los 10 años su primer trabajo y a los 14 ya había ganado una beca para construir una computadora. Su educación académica en la Universidad de Columbia y su formación con el pionero de la música electrónica, Vladimir Ussachevsky, la prepararon para el hito que representaría su futuro.
Fue en los años 60 cuando se encontró con Robert Moog, el ingeniero detrás del sintetizador analógico que llevaría su nombre. En 1968, el disco Switched-On Bach, un experimento audaz que reimaginaba la obra de Johann Sebastian Bach a través del sintetizador Moog, cambió el rumbo de la música clásica y de la música electrónica. No solo fue un éxito comercial inesperado, sino que también demostró el poder expresivo del sintetizador, validándolo como un instrumento de la misma categoría que el piano o el violín. Switched-On Bach le trajo reconocimiento internacional a Carlos y catapultó al sintetizador Moog a la vanguardia de la música en aquella época.
Este disco alcanzó el puesto número 10 en las listas de Billboard y ganó tres premios Grammy en 1970. El trabajo de Carlos no solo redefinió los límites de lo que se podía hacer con tecnología, sino que también pavimentó el camino para los grupos de la escena electrónica, como Kraftwerk. Su influencia se extendió más allá de las fronteras del jazz y la música clásica hacia el naciente movimiento de la música electrónica y el pop experimental.
A lo largo de su carrera, Carlos mantuvo una vida relativamente aislada. La aceptación pública de su transición fue uno de los temas que más la afectó, tanto en lo personal como en lo profesional. En su primer gran éxito, Switched-On Bach, fue acreditada como Walter Carlos, un hecho que la hizo temer la reacción del público cuando, ya con la apariencia femenina tras su operación, se vio obligada a vestirse como hombre para sus primeras apariciones públicas. Esta paradoja se convertiría en su sombra: la génesis de su carrera fue como Walter, pero su verdadera identidad siempre fue la de Wendy.
A pesar del éxito, su carrera en vivo fue breve. Tras una fatídica actuación en 1969, en la que se sintió atrapada en la imagen de un hombre que ya no era, Carlos decidió alejarse de los escenarios. La música electrónica, que había ayudado a fundar, la había arrinconado, y el público no estaba preparado para entender la complejidad de su ser. A partir de ese momento, se recluyó en su estudio, el mismo que la vio componer la banda sonora de La naranja mecánica (1971) y El resplandor (1980), trabajos que siguen siendo fundamentales en la historia del cine.
Su trabajo para Tron (1982) y sus colaboraciones con otros artistas de renombre consolidaron aún más su legado, pero su reclusión se intensificó. Carlos, al igual que su música, se mantenía fuera de la vista pública, alejándose de la industria y rechazando las entrevistas que no fuesen sobre su música. Solo unos pocos llegaron a conocerla por completo. Al ser consultada sobre su vida y arte, Carlos respondería: "Dediqué toda mi vida a la creación de música para el Moog. Es mi único amor".
Carlos también adoptó una postura rígida respecto a su música. Si bien logró ventas exitosas y un reconocimiento casi inmediato, fue muy selectiva con la difusión de su trabajo. Se resistió a la digitalización de su catálogo, manteniendo casi todo su repertorio fuera de plataformas de streaming y publicando solo a través de su propio sello: Carlos Records. Esta decisión, lejos de ser un capricho, era una forma de preservar el control sobre su arte, en un mundo donde la música electrónica y sus creadores comenzaban a ser consumidos por una industria en expansión.
Su historia no es solo la de una compositora revolucionaria, sino también la de una mujer que, a pesar de los obstáculos, cambió para siempre la música de su tiempo. Wendy Carlos, con su genio creativo y su vida marcada por la transformación personal, no solo dio forma a una nueva era de la música, sino que también demostró que la verdadera innovación proviene de aquellos que son capaces de mirar el futuro, mientras desafían las expectativas del presente. Su legado sigue vivo, no solo en las composiciones que dejó atrás, sino en cada sintetizador que sigue abriendo nuevas puertas a la música electrónica.